Siempre como a esta hora
Siempre como a esta hora escribo
Escribo una suerte de garabatos,
de zapatos sin cordones,
de cuerpos que florecen,
de lamparas de aceite,
de paraguas con punta de acero,
de agua de sal,
De Té.
De hacer el amor con los ojos
de semillas de girasol,
de amigos hijos de puta
de vos con un bisturí
sentadas en la luna
/mientras te mece el orgullo.
Siempre como a esta hora escribo
de zancudos con hambre,
de sueños mutilados,
de gotas de sangre,
de barrios de sangre,
de aceras de sangre,
de niños de sangre,
de armas de sangre,
de políticos de sangre,
de cuerpos,
con semen,
de semen,
sin cuerpos.
​
Siempre como a esta hora escribo
de agujas en los ojos,
de mujeres negras
De pan con moho,
de vino
De panza pegada al espinazo,
de puños de basura
los lunes y los jueves
De perros sin sombra,
de mujeres sin sombra
De tierra estéril
De enero sin ella,
de chinga de cigarro en una billetera de tela.
​
De frio los ojos,
fría la menta,
fríos los labios
vencidos por la vanidad
Frías las ventanas
de las cárceles,
Las piedras,
su delantal de algodón,
frías sus manos,
el corazón,
y sus pies enredados a los míos:
fríos.
Siempre como a esta hora escribo
una suerte de besos de cantina,
de faros intermitentes,
de vómitos en la mesa
de bares y alcancías
De vencidos
De desvestirnos
casi sin darnos cuenta.
De tiliches en el mercado de pulgas,
de malditas corridas de toros
De malditas
De sanchos sin rezos,
de teléfonos verdes de disco,
de cigarros mentolados,
De cogerte de pie
en la azotea que da a la ventana
De burlarme de esos
que llaman ecologistas
De caminar por Barrio Escalante
De soñar en el Bronx
De bañarnos en la poceta Cristal
De darte la mano en El Morazán:
caminar hacia San Pedro,
De acampar en Isla Sable
De que te mutiles
las uñas,
Te mutile las manos,
la cabeza,
los brazos,
los hombros,
el torso,
el tronco,
la pelvis,
las piernas,
los pies
y la boca
y acabes
finalmente con tu dolor
Siempre como a esta hora escribo
De Halifax,
de este frente frio,
De vos flotando por avenida primera
De unas piernas delgadas
De rostros
que seducen a los hombres
en un parqueo de quinta
De enjambres en las estaciones de autobús
De cajetas de leche contaminada
a las orillas de las estaciones de autobús
De vendedores de mentiras
De labios término medio
De urbes que humean en las periferias
De grandes tanques amarillos de aceite
que me atraviesan
De trenes y escuzados,
de mapas,
mástiles,
arrugas en el ceño,
ausencias,
esteros y muelles,
caras cortadas,
túneles tridimensionales
Siempre como a esta hora escribo
en Playa Chiquita
De perros que ponen lágrimas
en los ojos de los ahogados
De asesinas
De escaleras ocultas
cuando escribes,
cuando lees,
cuando vuelas,
y viajas,
y amas,
y flotas,
por la avenida central
con “Ooo” de Karen
y un cigarro.