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La catedral - Agustin Barrios
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Siempre como a esta hora

Siempre como a esta hora escribo

Escribo una suerte de garabatos, 
de zapatos sin cordones,
de cuerpos que florecen,
de lamparas de aceite,
de paraguas con punta de acero, 
de agua de sal,
De Té.


De hacer el amor con los ojos
de semillas de girasol,
de amigos hijos de puta
de vos con un bisturí

sentadas en la luna 
                                   /mientras te mece el orgullo.

 

Siempre como a esta hora escribo

de zancudos con hambre,
de sueños mutilados,
de gotas de sangre,
de barrios de sangre,
de aceras de sangre,
de niños de sangre,
de armas de sangre,
de políticos de sangre,
de cuerpos,

con semen,
de semen,

sin cuerpos.

​

Siempre como a esta hora escribo
de agujas en los ojos, 
de mujeres negras

De pan con moho,

de vino
De panza pegada al espinazo,
de puños de basura

los lunes y los jueves
De perros sin sombra,
de mujeres sin sombra
De tierra estéril
De enero sin ella, 
de chinga de cigarro en una billetera de tela.

​

De frio los ojos,
fría la menta,
fríos los labios
vencidos por la vanidad
Frías las ventanas 
de las cárceles,
Las piedras,
su delantal de algodón,
 frías sus manos,
el corazón,
y sus pies enredados a los míos:

fríos.

 

Siempre como a esta hora escribo
una suerte de besos de cantina,
de faros intermitentes,
de vómitos en la mesa
de bares y alcancías

De vencidos
De desvestirnos 

casi sin darnos cuenta.
De tiliches en el mercado de pulgas,
de malditas corridas de toros

De malditas 


De sanchos sin rezos, 
de teléfonos verdes de disco,
de cigarros mentolados,
De cogerte de pie 
en la azotea que da a la ventana
De burlarme de esos 
que llaman ecologistas
De caminar por Barrio Escalante
De soñar en el Bronx 
De bañarnos en la poceta Cristal
De darte la mano en El Morazán:

caminar hacia San Pedro,
De acampar en Isla Sable

  

De que te mutiles
las uñas,

Te mutile las manos,
la cabeza,
los brazos, 
los hombros,
el torso,
el tronco,
la pelvis,
las piernas, 
los pies

y la boca
y acabes

finalmente con tu dolor

 

Siempre como a esta hora escribo

De Halifax,
de este frente frio,
De vos flotando por avenida primera
De unas piernas delgadas
De rostros 
que seducen a los hombres 
en un parqueo de quinta

De enjambres en las estaciones de autobús
De cajetas de leche contaminada
a las orillas de las estaciones de autobús

 

De vendedores de mentiras
De labios término medio
De urbes que humean en las periferias
De grandes tanques amarillos de aceite

que me atraviesan 


De trenes y escuzados,
de mapas,
mástiles,
arrugas en el ceño,
ausencias, 

esteros y muelles,
caras cortadas,
túneles tridimensionales

 

Siempre como a esta hora escribo

en Playa Chiquita
De perros que ponen lágrimas 
en los ojos de los ahogados

De asesinas

De escaleras ocultas 
cuando escribes,
cuando lees,
cuando vuelas,
y viajas, 
y amas,
y flotas, 
por la avenida central

 con “Ooo” de Karen

y un cigarro.

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