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¡Ni idiotas, ni inconscientes! ¿Quiénes salen en tiempo de pandemia?

  • Ms.C. Jerry Alonso Mora. (Sociólogo)
  • 28 mar 2020
  • 4 Min. de lectura

¿Por qué personas que podrían estar en sus casas no lo hacen? Por qué a pesar del peligro inminente de morir y de exponer a otros a la muerte? Es lo que muchos se preguntan. Aunque parezca un absurdo, esta conducta, para una sociedad como la nuestra, no sólo no responde a un ejercicio incoherente o ilógico como algunos piensan. Sino, que puede ser comprendido a la luz de la particular experiencia de vida, que orienta el modo de ser y estar que se nos ha impuesto.


¿Pensar en el otro? De verdad se esta promoviendo esto en las escuelas y universidades?

Quizás las respuestas no deban buscarse solamente en las disciplinas de la salud mental. Sino, en la ciencias sociales. La sociología, la filosofía, la antropología,la psicología social tienen mucho que aportar al respecto.


Costa Rica, como buena parte de los países de América Latina padecen históricamente la inculturación de un modelo de organización de la vida y de la experiencia del ser, basada en los valores más supremos del capital: la acumulación, el individualismo, el emprendimiento, el egoísmo, la competencia, el exitosismo, la dominación del otro, y de todo, incluyendo, los recursos, cualquiera que estos sean: ambientales, materiales, emocionales, etc.


Buena parte de la población y especialmente la clase trabajadora se mueve en un sustrato donde existe poco tiempo para la reflexión, para el reposo físico y emocional. Para pensar más allá de lo que han podido formarse en sus áreas de especialización. No hay tiempo de nada, ni para nada.


Muchos autores, especialmente uno, Marcuse, determinaban, ya desde la década de los setenta, que iba a llegar el tiempo donde el ser humano iba desear ser explotado, y donde los sindicatos, los espacios privilegiados para dirimir las luchas por sus derechos,serían desconocidos por un sector de los trabajadores. Esto ha estado pasando en una parte de la población costarricense y no es distinto en el resto de América Latina, aunque y por dicha, los sindicatos siguen teniendo mucha fuerza y pujanza hasta ahora.


No sólo, no es que haya ticos que, en un espíritu de profundo hedonismo quieran morir. Sino que dicha conducta podría ser natural y coherente como producto de sus procesos de vínculo con el trabajo y de su racionalidad instrumental. Es decir, han sido sistemáticamente desde la escuela socializados para actuar de esta forma ¿Sería lógico esperar otra cosa? Creo que no.


En ese orden de cosas no es entonces que no les importe morir, es que a pesar de que así lo entienden , pervive en ellos, esa necesidad de aprovechar de manera pragmática, el momento de crisis global que se presenta, generando coas y pánico hacia el resto de la población.


Esto podría explicarse en la medida en que este sistema les ha distanciado de la posibilidad de vivir algo, que probablemente, para una buena parte de ellos les es ajeno: tener tiempo. La palabra enajenado de por sí tiene esa connotación “separado de" o alejado de". ¿De vivir?, probablemente. Lo irónico que para vivir, corran el resigo de morir y de exponer a la muerte a otros, Justificable: de ninguna manera, Pero si devela como este modelo de vida y de trabajo construye narcisistas e impúdicos en masa.


¿Qué podría ser entonces tan tenebroso, que ante la posibilidad de morir y de matar a otros o quedarse en la casa, elijan lo primero? ¿Egoísmo? ciertamente. Pero, acaso se esta enseñando otra cosa? ¿No es, si no la competencia el principio más estimado en estos días? O acaso se educa en la cooperación, el altruismo, la solidaridad, la compasión o el respeto por los demás?


Lejos de eso, la lógica del mercado, que hoy copta no solo lo económico y financiero, sino todas áreas de la experiencia humana, ha creado una suerte de sujeto cínico, que vive para sí y en función de si, y todas sus relaciones son reducidas a aquello que le provea algún beneficio particular. La sociología es vital para aproximarse a interpretar estos acontecimientos en tiempos de pandemia.


Bajo otras circunstancias y en el marco de un modelo distinto de convivencia y humana y de relaciones de trabajo distintas, los efectos de este virus hubiesen sido otros. Una sociedad conscientemente solidaria, bajo un modelo de organización de la vida y del estado donde se situará en el centro de las políticas públicas al ser humano y no a las corporaciones. Donde no existiera una la lógica impuesta de crecimiento exponencial de la producción y de la acumulación, donde todos tuvieran alimentación asegurada, vivienda y protección social hubiese ocasionado seguramente un daño menor.


Se equivocan quienes piensan que estas personas son unas inconscientes porque exponen a los demás a la muerte. Lo que si se aproxime a la verdad es que ciertamente tienen otros niveles de conciencia, marcados por la lógica del capital, la misma que nos tiene en una crisis planetaria sin precedentes.¿Pero no es acaso ese sujeto cínico, creación del particular modelo sociocultural y económico en el que vivimos y que algunos veneraban?


Quizás lo que tenemos que hacer es lo que nos invita la canción “¿A dónde vas?” de Paté de Fuá:

“¿A dónde vas? afuera no para de llover. La noche es larga. Y una mujer se debe a veces dejar convencer ¿A dónde vas? Afuera no hay más que incomprensión. Y tal vez nos venga bien dejar que decida el corazón Una promesa de amor murmura el agua al caer Brindemos tu y yo sera lo que deba ser Olvídate del reloj”

Quédate en casa.


 
 
 

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